Tuve un gato siamés durante quince años.
Atila (no erramos el nombre) era un verdadero trastete.
Para él no existían los imposibles; se ganó a pulso
algunas heridas de guerra, dado su carácter de explorador
y busca ruidos, y eso a pesar de vigilarlo muy
de cerca. También "le salvamos" de algún que otro apuro
logrado con gran tesón.
Por todo ello, además de por su zalamería, su compañía,
sus "charlas", sus amables recibimientos cuando
llegábamos a casa, este post va dedicado a él.
Allá donde estés, mami no te olvida.
N.K
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Preciosas para compartir, regalar, inspirar.
ResponderEliminarSon una monería, ¿verdad?
EliminarMe ha cautivado la primera lamina. Es monísima.
ResponderEliminarUn saludo
Sí lo es. A mi me resulta difícil escoger una solo.
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